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Cuando los ingleses comenzaron a reglamentar el fútbol en la segunda mitad del siglo XIX, en lo que respecta al objetivo del juego, se denominó goal  a la línea de meta, cuyo trasvase por el balón implicaba la anotación de un tanto. De allí derivó gol en español para señalar la gran meta a conquistar. Por lo tanto, el jugador que debía impedir que el balón atravesara la meta se llamó Goalkeeper en el término inglés. (goal: meta, keeper: guardián). En traducción literal, "guardamenta". Sin embargo, adentrándonos en la jerga futbolera de nuestro idioma, nos encontramos el término "arquero", muy utilizado en los países latinoamericanos y en menos medida en España. Si el límite del goal está definido por dos postes verticales y uno transversal que forman un rectángulo, no hay coincidencia geométrica al llamar arco a esta delimitación, y por ende arquero al tipo que lo cuida. Pués bien, la palabra deviene de los tiempos de la Edad Media, donde los tesoros del Rey se guardaban en un Arca Real, y el guardián de ella era el arquero. En algún momento, la crónica deportiva usó esta metáfora para referirse al jugador que guarda la meta y llamarlo arquero, en su función de guardián. En España, es más utilizado el término portero, es decir el que guarda la portería, que según una de las propias definiciones del diccionario de la R.A.E. nos dice: En el juego del fútbol y otros semejantes, marco rectangular formado por dos postes y un larguero, por el cual ha de entrar el balón o la pelota para marcar tantos. Es alusiva la comparación con la portería de los edificios, donde el portero vigila la entrada y salida de personas, vehículos, etc con otras tareas. Y por último, tenemos cancerbero, escuchado a menudo en los relatos periodísticos. La palabra deviene de la mitología griega, donde el infierno era conocido como Hades, en el cual vivía un monstruo de tres cabezas y cola de serpiente, llamado Kérberos por los griegos y Cerbero por los romanos. Este último derivó en Cancerbero (can:perro) y (cerbero: demonio del pozo). Hijo de Tifón y Equidna, acariciaba con su cabeza a quienes osaban entrar a Hades para luego impedirles la salida y devorarlos. Su metáfora de celoso guardián de aquel infierno, sirvió para compararla con la tarea del jugador que se pone bajo palos en el fútbol

arquero, portero, guardameta o cancerbero ¿cuál te va mejor?
Si tu equipo es el Campeón, tu corazón estalla y tu orgullo se desborda ¿sabes por qué? 

Para nuestros antepasados latinos, pensar en el campo no era pensar en la relajante naturaleza vestida de verde, más bien, ellos pensaban en una llanura teñida de rojo por la sangre derramada en las batallas que ahí se libraban. Por esto fue, que de la palabra campus, se derivaron diversas voces que encierran conceptos bélicos.

En español antiguo, un campeador, era un valiente guerrero que sobresalía en el campo de batalla logrando notables hazañas y grandes victorias. Baste recordar al héroe medieval, Rui Díaz de Vivar, conocido como El Cid Campeador.

Cuando las tropas salían al campo, como queriendo pelear, se decía que andaban en campeada, que después se dijo en campaña. Un verbo antiguo fue campar, que en 1727; el Diccionario de Autoridades definía como:

Sobresalir entre los demás, o hacerles ventaja en alguna habilidad, arte u dote natural.

Nótese la similitud con nuestro concepto de campeón.

En tierras germánicas, del latín campus, se derivó kamp (campo de batalla) y kamphio (paladín que combate por otro); en italiano, esta voz se transformaría en campione, en francés e inglés champion y en español campeón.

Qué interesante es descubrir que, en su origen, antes de adquirir el significado actual, un campeón era un habilidoso guerrero que luchaba por causas ajenas. En 1566; Jerónimo Jiménez de Urrea, escribió Diálogo de la verdadera honra militar, que en una parte dice:

“Campeón se llama el que combate por otro. En caso de traición, si un grande fuera retado por un caballero particular, no hay que dudar, le conviene combatir con él. Pero si acaso el grande fuera viejo o estuviere enfermo o inhábil para las armas, en tal caso debe el grande poner un campeón igual al caballero”.

Viéndolo así, ahora entendemos que nuestros campeones, han luchado por nosotros en un juego que es la nostalgia por las batallas que ya no peleamos. Nuestra euforia es legítima, porque ellos han conseguido una victoria que nos pertenece. Seguimos, entonces, viviendo un concepto viejo con una modalidad nueva.

Autor: Arturo Ortega Morán | Archivado en: Mundo hispanohablante

Soccer y Calcio

​En la segunda mitad del s. XIX, ya se jugaba un rudimentario fútbol en el Rugby School de Inglaterra. Uno de sus estudiantes, William Webb Ellis, decidió durante un partido tomar el balón con sus manos y correr hacia la meta adversaria. La jugada fue bien recibida por el resto y pensaron en crear esa variante del fútbol, para jugar con las manos, ademas del pie. Le llamaron rugby, como su colegio, creando poco después su propia liga. Como el fútbol ya tenia su propia Asociación, para diferenciarlo del rugby, comenzó a llamarse fútbol asociación. Por su parte, los estudiantes de aquella época tenían su jerga de palabras, y una muy habitual era agregar la terminación er a muchas de ellas. Así, al rugby le llamaban rugger. En 1863, Charles Wrebord Brown, fue invitado por sus amigos de Oxford a jugar un partido de rugger, pero les contesto, que prefería jugar un partido de asoccer, adaptando la palabra association a la jerga de los estudiantes. La ocurrencia fue celebrada y pronto quedo en soccer para denominar al fútbol asociación. La voz tuvo mucho arraigo en países de habla inglesa, como Estados Unidos y Canadá.  

Por su parte, calcio es una palabra derivada del latín calx o calcis, que sirvió para denominar al elemento químico y a la mas conocida cal. Allí tienen su origen el calculo renal, por ser piedras de cal en los riñones y el calculo matemático, por ser piedras similares que se usaban en Roma para contar. Ya en Florencia, durante el medioevo, se disputaba un juego muy similar al fútbol pero con mucha vehemencia, al que llamaban calcio, por la voz calx, pero de origen etrusco que significaba el talon del pie. Por lo tanto, también esa voz se extendió a calzado y calcetín. La relación no termina ahí, puesto que calice, era el recipiente apoyado en un pie, es decir una copa o cáliz. De todos estos vocablos, pie, calzado, calcetín, copa, derivo el uso de calcio para designar al fútbol moderno en Italia.

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